Bomberos

Publicado: 26/07/2022
Autor

Federico Pérez

Federico Pérez vuelca su vida en luchar contra la drogadicción en la asociación Arrabales, editar libros a través de Pábilo y mil cosas

Matrícula de deshonor

Un cajón de sastre en el que hay cabida para todo, reflexiones sobre la sociedad, sobre los problemas de Huelva, sobre el carnaval...

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Existen profesiones que son dignas de respeto y que a lo largo de los años han ido forjándose un reconocimiento a través de sus méritos
Existen profesiones que son dignas de respeto y que a lo largo de los años han ido forjándose un reconocimiento a través de sus méritos logrados a fuerza de trabajo y buen hacer, y motivando a miles de niños que tienen como modelos de referencia a los admirados bomberos, entre los que yo me encontraba.

Son muchas las responsabilidades laborales que merecen ser laureadas cada día, pero cuando llega la época estival, mi mayor admiración y respeto se centra en los cientos de parques de bomberos que cada verano se enfrentan al temido fuego. Sé con seguridad que coincido con la mayoría de los españoles cuando expongo que es de los trabajos más valorados, por todos los riesgos que conlleva. Pero más que una profesión, pertenecer a este cuerpo es considerado un estilo de vida, con riesgos constantes en el que pueden perder sus propias vidas.

Muchos hablan de héroes sin capas, y sí, son personas que ha decidido entregar su tiempo a los demás, vivir para solventar las necesidades que otros tienen y protegerlas a costa de todo, incluso, por encima de sus propias familias. Ser bombero es mucho más que apagar fuegos e implica valores y responsabilidades que no todos podemos tener. Hablamos de la valentía, la disciplina, el compromiso, la iniciativa, el riesgo, el compañerismo, entre muchos. No somos conscientes de todo lo que envuelve esta labor y su propia naturaleza. Sabemos que realizan otras cientos de tareas anuales en beneficio de los ciudadanos, pero cuando hablamos de bomberos es el fuego el que se nos viene a la mente, uno de los mayores riesgos que tenemos cada verano.

Pero más allá de la preparación física, que deben mantener durante todo el año para afrontar los riesgos de esfuerzo que requiere dicha profesión, la formación en múltiples disciplinas es muy necearía, sobre todo si se desea conocer al temido fuego en toda su amplitud, y es una constante formación obligatoria para que nuestros ‘salvadores anaranjados’ estén a la altura en los momentos que se les necesitan. Yo de mayor también quise ser bombero y admiro ese valor, coraje y sacrificio que me faltó para estar a la altura. Gracias a todos los bomberos por vivir por y para nuestra seguridad, por proteger nuestra vida y sobre todo, por poner en riesgos las suyas. Un verano más y fuego menos. Gracias.

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