El "burkini", traje de baño que cubre desde la cabeza hasta los tobillos y que sus adeptos prefieren llamar "bañador islámico", está prohibido en las piscinas de un buen número de hoteles, clubes privados o y parques acuáticos en Marruecos.
El diario "Le Matin" publica hoy un reportaje en el que recoge, sin ánimo exhaustivo, varios testimonios de bañistas afectadas por esta prohibición, más paradójica si se tiene en cuenta que esa prenda cada vez es más visible en las playas de todo el país, donde su progresión es paralela al retroceso del bikini.
La prohibición del burkini casi nunca es explícita, sino que se basa en una norma general que estipula que "es obligatorio acceder a la piscina con ropa de baño", aunque el burkini sea una prenda específicamente concebida para su uso acuático.
El rotativo añade que la prohibición se extiende con frecuencia a la indumentaria de las mujeres que ingresan en los recintos veraniegos como acompañantes de niños y sin intención de bañarse, y a ellas se les impide el acceso a las instalaciones incluso si están cubiertas con un pañuelo.
Las autoridades marroquíes, nacionales o municipales, nunca han legislado al respecto, pero cada verano se repiten polémicas porque distintos hoteles o parques acuáticos aplican unilateralmente la prohibición del burkini.
Escapan al reglamento todas las playas del país, que son de uso público, y donde se observa un curioso fenómeno: en las más populares, que son las cercanas a las grandes urbes, ya no es frecuente ver bikinis ni bañadores, y cada vez son más las mujeres que permanecen en la playa totalmente vestidas y pueden incluso bañarse con su ropa de calle.
Sin embargo, si uno se aleja de las playas más concurridas, ahí es más fácil encontrar todo tipo de indumentarias, desde bikinis cortísimos hasta burkinis de marca.
El pasado verano, las redes sociales se hicieron eco del llamamiento de un grupo de bañistas anónimas que reclamaban en la región de Tánger una "playa para mujeres", sin que llegase a saber si era una iniciativa real o un bulo para alimentar la polémica.
En el verano actual, otra campaña en las redes sociales ha levantado el escándalo, pues consistía en fotografiar de manera anónima a mujeres con bikini en las playas y colgar luego las fotos en Facebook a modo de "denuncia", lo que pareció surtir efecto a juzgar por los numerosos comentarios sobre la necesaria decencia y honestidad que debe observarse en las playas de un país musulmán.