Notas de un lector

De lo que no es amor

Tras “Contratorno” (premio Internacional de Poesía Fundación Loewe a la Creación Joven, 2015), María Gómez Lara publica “El lugar de las palabras”

Publicado: 28/07/2020 ·
09:57
· Actualizado: 28/07/2020 · 09:57
Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

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Tras la aparición de “Después del horizonte” (2012) y “Contratorno” (premio Internacional de Poesía Fundación Loewe a la Creación Joven, 2015), María Gómez Lara publica “El lugar de las palabras” (Pre-Textos, 2020). Esta colombiana nacida en 1989 estudió literatura en la Universidad de los Andes. Tiene una maestría en Escritura Creativa en español de la Universidad de Nueva York y otra en Literaturas y Lenguas Romances de la Universidad de Harvard.

    Ahora, su verso vuelve a resonar con hondura desde el eco de su propia experiencia y de su propia emoción. Si bien el sujeto lírico asume una segunda persona que pareciera distanciar su intimismo, los poemas se suceden en una suerte de memoria que medita einterfiere a la hora de renombrar un ámbito distinto, renovado.La noticia de una: “lesión indeterminada en el lóbulo frontal izquierdo/ los neurólogos no la reconocen/ posible tumor de bajo grado”, abre el hueco de un universo donde lo vivido es una referencia valiosísima frente al turbador mañana. La búsqueda de referentes de un ayer capaz de sostener el presente, acerca al lector la incertidumbre de un yo que pretende cobijarse en un espacio confortador. Pero para ello, hay que asumir antes cuanto no se tuvo: “pero tanto sufrir por amor/ tanto que no te quisieron/ tanta soledadtanto amor que ocupaba el hueco completo de su ausencia/ tú que conociste todas las formas de lo que no es amor/ viste tantas sutilezas de la pena/ que lo que nunca hicistefue dibujar corazones”.

     Dividido en cuatro apartados, “Para cubrirme la voz”, “Nombrar una herida en las palabras”, “Lo que pase cuando corten mi materia” y “Como me cosí esa cicatriz”, el volumen signa un esfuerzo sólido, tenaz, para disimular ese vértigo irracional que despierta lo desconocido. Al cabo, como ya advirtiera Spinoza, el temor a la muerte es lo que hace al ser humano perder su libertad. Y en este trance, María Gómez Lara se sabe también atrapada ante un escenario donde el alma y la razón son enemigos comunes: “agujas hospitales los brazos maltratados/ ya no me encuentran las venas/ me conectan electrodos tengo miedo/ tal vez de tanto dolor/ de pensar para no sentir/ acabé sintiendo hasta la médula/ hasta que mi pobre corazón herido/ se me escondió en la cabeza”.

    La amenaza de un porvenir despojado de las palabras, de la verdad balsámica que encierran, del conjuro que abrazan en su semántica, se hace también materia recurrente entre estas páginas. A modo de espejo en el que se perciben los episodios donde alternaron las luces y las sombras, se percibe ahora una claridad que quiere ser emoción transfigurada y comunicativa: “y luego/ mis palabras/ nunca pensé que estuvieran/ en peligro/ que algún día pudiera/ no encontrarlas/ siempre laspalabras/ venían/ a rescatarme con ellas cubría el dolor/ bajo ellas me escondía”.

Poemario, en suma, que muestra el valor de una existencia adscrita a la reivindicación formal de una identidad dinámica, reconstruida desde la posesión y el verbo: “si pudiera escoger otra piel/  sería oscura como lamía/ y estaría hecha de palabras”.

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