Hoy 130 años después, los periódicos de la provincia siguen abriendo sus portadas informando de la construcción naval, de la carga de trabajo de los astilleros o de las últimas entregas de encargos de Navantia. Este sábado se cumplen 130 años de la botadura en la Carraca del primer submarino militar de la historia, conocido como ‘El Peral’. Se trataba de un prototipo de submarino con propulsión eléctrica realizado por la Armada Española, que seguía un proyecto de Isaac Peral.
En la crónica de la revista se cuenta que la concurrencia era numerosa y que “prorrumpió en vivas y aplausos”. La terminación de las obras estaba prevista para el mes siguienteFue un 8 de septiembre de 1888,cuando la reconocida revista de la época La Ilustración Española y Americana, que tuvo una vida de 52 años y que estaba a la altura de prestigiosas publicaciones europeas como las francesas L'Illustration o Le Monde Illustré, Illustrierte Zeitung de Alemania o la italiana La Illustrazione Italiana, abría su portada con el grabado de la botadura del buque submarino Peral.
Según los periódicos de la época, ‘El Peral’ estaba en la grada quinta, perteneciente a la primera agrupación del arsenal y próxima a las oficinas. “Lindando con éstas se había preparado una capilla, cuya mesa de altar era de plata, construida en el reinado de Carlos III. Frente al torpedero se alzaba un templete para las autoridades y de trecho en trecho había berlingas con banderas”. Así lo relata la reconocida publicación, de la que da buena cuenta la Biblioteca Nacional en su cuenta de twitter.
El acto tuvo lugar a las dos de la tarde y contó con la presencia del capitán general, del comandante general del arsenal, del mayor general, del teniente vicario y brigadier de artillería, así como con el párroco del arsenal, que precedido por “la cruz de alzada, bendijo la nueva embarcación según el ritual de rúbrica”. Una charanga dejó oír los acordes de la Marcha Real, acompañado por el repique de campanas, “mientras los marineros cumplían las órdenes del teniente de navío Isaac Peral, botándose el torpedero, que se deslizó con rapidez y seguridad por los raíles, entrando en agua majestuosa y gallardamente”.
En la crónica de la revista se cuenta que la concurrencia era numerosa y que “prorrumpió en vivas y aplausos”. La terminación de las obras estaba prevista para el mes siguiente. La construcción comenzaba un año antes, en octubre de 1887. El buque medía 21,90 metros de eslora y 2,74 de diámetro; contaba con dos hélices, motor eléctrico y un tubo lanza torpedos. El relato continuaba con una descripción exhaustiva del nuevo submarino, en cuya torre central ondeaba la bandera española.
Para finalizar la redacción, el cronista explicaba que si ‘El Peral’ “correspondía en las pruebas oficiales a los propósitos de su autor, la Armada contará en breve con el primer torpedero submarino que habrá resuelto el problema de la navegación submarina a grandes velocidades y su aplicación a la guerra”.
El buque según los datos que se manejan costó 299.500 pesetas y se trataba del primero que navegaba en inmersión propulsado por energía eléctrica, según los planes de Isaac Peral.
Tras la construcción
El buque realizó las pruebas oficiales entre 1889 y 1890. Peral intentó llevar a cabo una prueba clave, para la que no tuvo permiso: atravesar sumergido el estrecho de Gibraltar, desde Algeciras hasta Ceuta. A pesar de lo cual, demostró en las pruebas que se verificaron que podía navegar en inmersión a la voluntad de su comandante, con el destino, rumbo y cota predefinidas y en mar abierto. Además, demostró que podía atacar, sin ser visto, a cualquier buque de superficie. La Comisión Técnica nombrada al efecto avaló el éxito de las pruebas del primer submarino de la historia. Sin embargo, dice la historia que “oscuros intereses nunca aclarados” motivaron que las autoridades del momento desecharan el invento y alentaran una campaña de desprestigio contra el inventor.
Durante cuarenta años, el submarino de Peral permaneció abandonado en el isleño arsenal de la Carraca, hasta que en 1929, el almirante Mateo García de los Reyes logró recuperar el casco y remolcarlo a Cartagena, instalándose en 1930 en tierra frente a la Base de Submarinos.
El 1 de diciembre de 1965, a petición del Ayuntamiento de Cartagena, pasó a constituirse en monumento popular. Tras ocupar distintas ubicaciones en la ciudad, en 2012 se trasladó a una sala del arsenal militar, del Museo Naval de Cartagena, para su restauración, donde se encuentra desde 2013.
Ahora, en Cádiz, 130 años después se sigue a la espera de saber si se cumplirán los acuerdos internacionales y en San Fernando se construirán las corbetas encargadas por Arabia Saudí.