Carlos Ríos, máximo responsable de Nación Andaluza, asume la dificultad de defender el independentismo en nuestra tierra. La formación, que hunde sus raíces en los noventa, apenas cosechó unos 5.000 votos en las últimas elecciones autonómicas, en 2018. Pero no renuncia a “sembrar fuerza” para conseguir una República libre, socialista y feminista.
“Tenemos toda una maquinaria en contra”, asegura, y sostiene que, desde la Guerra Civil, Andalucía ha sufrido la violencia franquista y, cuando “los andaluces se reconocieron pueblo y se movilizaron el 4 de diciembre de 1977 con la esperanza de arrancar al Estado español algunos de los derechos colectivos que nos usurparon”, hubo “represión y manipulación”. “PSOE, PSA, AP, PCE y PTA, entre otros partidos, se reunieron en Antequera suspendiendo cualquier manifestación. Ese día acordaron acabar con las movilizaciones populares, quitarle el protagonismo al pueblo andaluz y usurpar su representatividad. A cambio pactaron con el Estado un referéndum” que sirvió para aprobar “una autonomía sin soberanía”, sostiene el partido en el manifiesto publicado el pasado 4D.
Ahora, tras los altercados en Linares, donde dos policía fuera de servicio apalizaron a un hombre y su hija, y la detención de dos jóvenes en Granada durante las protestas por el encarcelamiento de Pablo Hasél, “hemos vuelto a sufrir la represión”. “Lo difícil en este contexto es quedarse en Andalucía y pelear”, afirma Ríos, quien marca distancia con quienes se definen andalucistas actualmente. “La clave está en qué estatus político queremos; hay quien habla de federalismo, pero no apoya un banco público o una hacienda nacional”. En segundo lugar, se refiere al modelo económico y advierte sobre quienes apuestan, de una manera más o menos explícita, por el desarrollo capitalista. Finalmente, indica que Nación Andaluza rechaza la Unión Europea y que la región sea “portaviones del Imperialismo, con bases militares de EEUU, Reino Unido y la Legión”.
En cuanto a los referentes, Ríos reivindica una lectura ortodoxa de la obra de Blas Infante. “Era un revolucionario, un comunista”, cuya figura ha sido descafeinada por el relato oficial. Asimismo, reivindica la rica historia andaluza, cuyo origen sitúa en Tartessos, la singularidad territorial durante la ocupación romana y musulmana y la proclamación de la República andaluza en 1873 y, una década después, el proyecto de Constitución andaluza.
Respecto al futuro, considera que, “con la bancarrota del Estado español motivada por la nueva crisis capitalista, el Covid-19, su elevada deuda pública y la corrupción de los partidos de la oligarquía no es suficiente para cambiar la realidad del Pueblo Trabajador Andaluz. Es necesario la organización y el combate por una Andalucía donde ningún gobierno en Madrid, en Bruselas o en Washington pueda decidir nuestro destino”. En marzo, impulsarán en una conferencia la estrategia a medio plazo. El objetivo, colarse en los ayuntamientos en las próximas municipales.