Luis Cintra es cabal, ético, sobrio, digno pero no lejano, y tan culto como poco pedante, por eso el actor, director y dramaturgo está considerado una institución en Portugal, donde sigue luchando con su "inestable" grupo de la Cornucópia por el teatro hecho a mano aunque sólo tenga, dice, "20 espectadores".
Con el Teatro da Cornucópia, que dirige y que fundó, junto a Jorge Silva, en 1973, acaba de protagonizar en Madrid, invitado por la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), la espectacular y a la vez "mínima" "Dança da morte", coproducida con Nao d'amores, y dirigida por Ana Zamora.
Ese espectáculo "antropológico", basado en los bailes macabros tradicionales del medievo europeo, es un buen ejemplo del trabajo de Cintra a lo largo de su vida: un montaje pequeño en el que no hay siquiera micrófonos, una pieza "tremenda" de la que sale vivo "con mucho esfuerzo", bromea en una entrevista con Efe.
Si él está considerado el "josé luis gómez" de Portugal, su padre, el filólogo y lingüista Luis Felipe Lindley Cintra, era el "lázaro carreter" luso y fue su traslado a España para trabajar con Ramón Menéndez Pidal el que provocó que su hijo naciera en Madrid, hace 62 años.
"No se si soy el 'josé luis gómez' -fundador del teatro de la Abadía- pero sí que la compañía ha resistido muchos años. Estamos en la estructura heredera de lo que fue el país antes del 25 de abril -la Revolución de los Claveles- con aquellos grupos que querían libre creación sin ataduras".
Fue precisamente en el teatro de José Luis Gómez donde Cintra "debutó" hace seis años -con "Comedia sin título", de García Lorca-, como director de otros actores que no fueran los suyos.
Su grupo, subraya, es "una pequeña isla" dentro de una profesión que "cada vez se pierde más" en un sistema industrial de teatro, un arte que él describe como "una forma de encontrarse".
En Lisboa han hecho espectáculos que sabían que sólo tendrían 20 espectadores por noche, pero no les importaba porque, se decían, eso les serviría para evolucionar.
También es cierto que Cornucópia no vive de la taquilla porque el Estado les subvenciona totalmente pero, dice, ese dinero no sube y los gastos son cada vez mayores.
"Cornucopia parece estable y eso no corresponde a la verdad. Somos como el Lliure cuando comenzó pero, desgraciadamente, nosotros no hemos llegado a tener mucho dinero, lo que nos ha salvado son las coproducciones como la que nos ha traído a Madrid", dice.
De la compañía han salido actores y directores "magníficos" pero lo que más impresiona a Cintra "es cuántos han muerto y cuántos no habían nacido aún" cuando el comenzó.
Ahora la mayoría tienen en torno a los 40 años y tienen un estilo de actuación propio que le encanta.
La situación del teatro en Portugal es "parecida" a la que hay en toda Europa: "empujando hacia el mercado. Hay que vender y eso significa seguir el gusto de la mayoría, muy dominado por la televisión".
La culpa, dice, la tiene el sistema de programación pero también los propios actores que, se admira, "tienen representantes que les presionan a hacer cosas en televisión para ganar más".
La fuerza del mercado, lamenta, es "tan implacable" que los actores "tienen miedo" a actuar de una forma distinta "de la que agrada al público".
Él se acostumbró hace mucho a la idea de que nunca iba a ganar dinero con el teatro pero igual que el resto de sus compañeros, que, en su mayoría, tienen dos profesiones: "profesor de día, actor de noche".
A finales de julio Cornucópia participará en el Festival de Olite para celebrar los diez años de la compañía de Ana Zamora, "su alma gemela, su hermana", piropea.