La Pasión

Rocío de Luz, Rocío de Vida

Me encuentro ante el papel en blanco de describir lo que siento por ti, algo que he tenido la suerte de intentar tantas veces en mis pregones y que te recuerdo a solas todos los días al hablar contigo. Ahora intento desnudar mi alma ante un Rocío de Luz, que nunca pensé vivir. Te miro […]

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Me encuentro ante el papel en blanco de describir lo que siento por ti, algo que he tenido la suerte de intentar tantas veces en mis pregones y que te recuerdo a solas todos los días al hablar contigo. Ahora intento desnudar mi alma ante un Rocío de Luz, que nunca pensé vivir.

Te miro y siento alivio, espero tu llegada, como siempre. Creo en un Pentecostés constante, en ti Divina Providencia hecha Blanca Paloma que marcas los tiempos y decides sobre nuestra ventura.

Me duele, me duele por dentro, siento un pellizco, un nudo que me ahoga al pensar en lo que puede ser y no será. El oír el tamboril y los cohetes en mis sueños, el escuchar vivas por dentro, rezos sigilosos, golpear de cascos de caballos, crujir de carretas y carros, cascabeles, algarabía, un rosario de ave marías, un  mar de sevillanas y clavarme en tu mirada en tu Santuario. Claro que me duele, como no me va doler si me llevo todo el año esperando la llegada de mayo, la llegada de Pentecostés.

Y sí es cierto, todo el año es Rocío, y este dolor que se clava en el pecho debemos de afrontarlo como hombre y mujeres de fe. Somos testimonio vivo de una devoción universal. Y aunque  explicación a todo lo que está ocurriendo y a todo los que estoy sintiendo no le puedo encontrar, nuestra razón es ella, eres tú. La que encontramos en Almonte, la que representan nuestros benditos Simpecados, ella la que tiene al rey del mundo, Pastor Divino, en sus brazos. Lo que la razón no alcanza en ella lo encontramos.

Por lo tanto dejemos brillar esta nueva senda de 2020 en este Rocío de Luz, dejemos que el lubricán de paso a la aurora de todos sus Lunes sin trajes de flamenca, sin vestidos de corto y sombreros, sin caballos, sin rudos hombre en sus bancos y costeros, sin carretas de plata, sin bueyes, sin mulos, sin cohetes, sin guitarras, sin Quema, sin charca, sin dunas, sin parcelas, sin presentaciones, sin Pontifical, sin Rosarios, sin procesión que nos marca todo un largo año.

Porque todos los días son tuyos y en especial los lunes, este aún lo será más. Y aunque para cada uno será difícil explicar los sentimientos con amor todo es posible. El que no faltará nunca será el peregrino, ese siempre está con camino y sin camino. Ese es el que te ama y sigue tu estela, sigue tu luz, viviendo cada día un nuevo Rocío. Ese es mi alivio, que pase lo que pase tú siempre estás, siempre encontramos esa luz de tu esperanza en cada Rocío que es nuestra vida.

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