Pablo Lara tiene 13 años, es de Ronda y estudia en el colegio Fernando de los Ríos. De lunes a viernes acude a sus clases por la mañana y estudia y sale a correr o a montar en bicicleta por la tarde. Todo muy normal si no fuera porque el pasado año se proclamó subcampeón de Andalucía de motocross en su categoría y porque en esta temporada podría alcanzar la cima regional y nacional.
¿Cómo lo hace? Entrenando muy duro los fines de semana y contando con un importante grupo de patrocinadores, entre los que se encuentran Motos Ortiz (un equipo de Marbella al que también pertenece Víctor Corbacho), Pedro Corbacho, Antonio Valle y el mismísimo Edgar Torronteras, uno de los mejores pilotos de freestyle de todos los tiempos.
“Me vio, le gusté, y a partir de ahí empezó a interesarse por mí. Me trae guantes, gafas y ropa; me pone las pizarras en algunas carreras, que es lo que más me motiva y me da muchos consejos”, explica Lara.
El joven lamenta no tener espacio en nuestra ciudad para poder coger la moto como es debido, pero la ausencia de infraestructuras no ha mermado los resultados obtenidos hasta la fecha. En una parrilla con unos 40 pilotos, Lara se ha metido entre los cinco primeros clasificados a nivel nacional, perdiendo el liderato debido a una caída en la tercera prueba del circuito, celebrada en la localidad extremeña de Malpartida. No obstante, aún quedan dos pruebas más y la diferencia con el primero es de sólo 26 puntos, por lo que aún tiene posibilidades de conseguir el título.
Además, a nivel regional las expectativas también son muy altas ya que en este momento es el líder andaluz en su categoría. “Este año me propuse entrar en el top 15 y no me esperaba estos resultados, pero seguiremos luchando para llegar lo más alto posible”. Lara tiene una espinita clavada con el circuito de Andalucía ya que una caída importante le arrebató la primera posición y acabó subcampeón. Eso sí, reconoce que los compañeros están muy fuertes y en esta modalidad deportiva hay muchos factores que no siempre se pueden controlar.
Lo que sí tiene clarísimo es su amor por las motos, una afición que le viene de su padre, el cual siempre ha tenido vehículos de este tipo en casa. Sin embargo, su experiencia comenzó a raíz de una celebración familiar:
“A mi primo le regalaron una moto por su Comunión, me la prestaron y competí con ella en el Enduro Indoor Ciudad de Ronda. Al año siguiente, como estaba más fuerte, me compraron una de 60 cc para participar en la siguiente edición de la prueba local. Acabé bien y a partir de ahí comencé a competir en el provincial de Córdoba, en el interprovincial y en el andaluz. Por aquel entonces no me lo tomaba muy en serio, pero cuando pasé a 85 cc sí que decidí entrenar de forma más profesional”.
De hecho, Lara ha aprovechado las vacaciones escolares de Semana Santa para practicar en Morón de la Frontera, ya que también le gustaría participar en el campeonato europeo y viajar hasta Francia. Mientras tanto, continuará compaginando el colegio con las carreras porque es consciente de que es muy complicado dedicarse profesionalmente al mundo del motor, aunque cuenta con el cariño y el apoyo de familiares y amigos.
“Lo primero son los estudios. Quiero ser piloto, pero también veterinario”. Decida lo que decida, el deporte rondeño ya se siente orgulloso de poder contar con esta joven promesa del motocross.