37 rosas, por 37 vidas que el mar arrebató hace 20 años frente a las costas de Rota.
37 vidas como un mínimo extracto de las miles que no llegan ni a formar parte de un registro riguroso de víctimas mortales en la
frontera Sur de Europa ni, mucho menos, un lugar donde llorar por ellas. Cuando se hacen dos décadas de la mayor tragedia migratoria que se recuerda en la provincia de Cádiz, en la que una patera naufragó a una milla de las costas roteñas dejando al descubierto el terror de la migración,
los cadáveres de 37 personas de origen magrebí, una glorieta en Rota recordará esta tragedia para la posteridad así como la necesidad de mantener presente que esta problemática está a la orden del día.
La glorieta entre las avenidas Almudena Grandes y Luis García Monerto con una barca de madera similar a un cayuco y una rotulación frente a ella en una de sus laterales con su nombre “37 migrantes” y una poesía inédita de Felipe Benítez Reyes,
pretende ser llamada de atención ante el problema de la migración y la necesidad de respetar los derechos humanos de todas las personas con independencia de su origen.
La propuesta hoy se ha hecho realidad, en un acto sencillo en el que ha estado presente el alcalde, Javier Ruiz, miembros de la Corporación Municipal, miembros de Cruz Roja, de asociaciones como la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía o de distintas entidades locales, acompañado por la chelista Andrea Griffin, el poeta Felipe Benítez y personalidades comprometidas con esta causa.
Desde el momento en el que en Rota se recibió la alerta aquel 25 de octubre de 2003, los días después fueron una
consecución cada vez más desapacible de evidencias hacia un trágico desenlace. Benjamín Ruiz-Mateos, hijo de Paco Ruiz-Mateos, voluntario de Cruz Roja por aquel momento, explicó citando a su padre cómo vivió el rescate al único superviviente de esa lancha en la que navegaban 50 personas y la aparición de hasta 37 cadáveres en la bajamar con el paso de los días. Porque no se elige donde nacer,
todas las personas coinciden en el ánimo de encontrar una vida mejor como buscaban estos magrebíes de un pueblo del Alto Atlas. Sin embargo, las violaciones de derechos humanos son sistemáticas día tras día, apuntó Lourdes Cóuñago, presidenta de Cruz Roja en Rota, entidad que atiende a
más de 200 personas inmigrantes en la localidad donde se les atiende con independencia de su documentación, sufriendo hipotermia o heridas de la travesía, a quienes también se les da cobertura de necesidades básicas, restablecimiento del contacto familiar, alfabetización, talleres de conocimiento del entorno o asesoramiento psicosocial, legal y de salud, entre otros servicios. Ante la situación que les obliga a migrar a España u otros países, huyendo de la persecución, la pobreza o los conflictos, Couñago apuntó que Cruz Roja “siempre” estará del lado de las personas más vulnerables. Esas como las
30.400 personas que han emprendido la ruta canaria este año arriesgando su vida atravesando el Atlántico rumbo al archipiélago,
a donde han llegado casi 7.000 personas en las últimas dos semanas y se ha cobrado la vida de
una veintena de personas en las dos últimas semanas.
De ese 2003 a ahora, se sigue evidenciando una
“política europea deshumanizadora y criminalizadora” y una respuesta que no pasa por un “protocolo eficaz de actuación”, sino que, desde ese momento se desvió la ruta hacia las islas Canarias porque las alternativas se centraron en “aumentar el sistema integrado de vigilancia exterior o seguir reforzando los acuerdos para el control migratorio con Marruecos” y
priorizar el control migratorio a la cooperación al desarrollo. Así lo explicó Ana Rosado, de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucia, quien lamentó el dolor de las familias de las víctimas, a causa de la “política criminal” porque
“la empatía no entiende de fronteras y los Derechos Humanos tampoco”.
Manuel Carmona, educador social con experiencia en menores migrantes, denunció lo que considera una incipiente deshumanización de estas muertes en la frontera y contó la historia real de un joven que perdió la vida en el mar alentado por su amigo para que viajara a España. En pleno goteo incesante de travesías mortíferas desde la costa atlántica o mediterránea, Carmona incidió en que, este problema
no solo no se había resuelto sino que se había agravado “siguen llegando por travesías más difíciles e incluso a destinos más lejanos. Siguen llegando asumiendo más riesgo y con más muertos en el mar”. Por tanto, el gesto de la conmemoración de los 20 años de esta tragedia y la rotulación de esta plaza, incidió debía ser un hecho más de la
reivindicación de vías seguras para que “las personas no tengan que poner en peligro su vida para poder tener un futuro”.
Felipe Benítez, quien ha dedicado un poema a esta fecha, se sintió apelado al escribirlo al ver un escenario tan idílico como la playa de Rota convertirse en una imagen aterradora del infierno. Este reconoció el mérito de la Cruz Roja y ONGS que ayudan a estas personas y subrayó que la
“conciencia colectiva de los que nos consideramos del primer mundo está latiendo con un fuerte sentido de culpabilidad sobre el papel que estamos desarrollando frente a estas personas que intentan vivir, convivir con nosotros”.
La fecha del 25 de octubre de 2023, puso de manifiesto la ineficacia del sistema de respuesta aunque a pesar de los “avances significativos” aún hay declaraciones políticas donde el racismo y la tolerancia residual de muchos encuentra su altavoz, apuntó el alcalde, para el que estas proclamas eran síntomas de
todo lo contrario a una sociedad “tolerante y democrática”. Ruiz Arana subrayó que esta glorieta venía a significar
un faro para la memoria “esencial para comprender que no fue un suceso aislado sino la lucha de muchos” y la necesidad de “abordar los movimientos migratorios desde la raíz” de la mano de la colaboración internacional y la cooperación al desarrollo. El primer edil incidió en que la migración era un
“desafío global” aunque con las acciones locales se puede tener un impacto global, empezando por concienciar desde lo local. Este agradeció a Benítez Reyes por su poema, así como a Cruz Roja y a las personas que ayudaron ese 25 de octubre hace ya dos décadas.
Acto seguido, los asistentes
colocaron 37 rojas rojas a los pies de la barcaza que preside la glorieta como gesto de respeto y en memoria de este trágico episodio que conmocionó a la sociedad roteña en particular y la sociedad nacional e internacional en general, por ser uno de los naufragios más numerosos que la provincia había experimentado.