La Cruz, en el imaginario cristiano, es un símbolo ligado al sacrificio, a la carga de un gran peso, al esfuerzo sin medida, al amor incondicional, por encima del dolor y del sufrimiento. Con estas máximas como ideario, un grupo de hombres y mujeres revivían el espíritu de la Hermandad de la Vera-Cruz hace ya 75 años, y ayer noche se recordaba esta efeméride con un pregón conmemorativo que no olvidó ese duro camino recorrido hasta hoy, un camino de fe y de entrega, y de servicio a los demás.
El auditorio Alcalde Felipe Benítez acogía anoche un acto conmemorativo en el que los veracrucistas roteños, acompañados del mundo cofrade roteño como respaldo, escribían un capítulo más de su longeva historia, y declaraban sus intenciones de seguir adelante. Gracias al espléndido trabajo del equipo de priostía de la Hermandad y de los técnicos municipales del auditorio, el escenario se descubría ante los presentes decorado de forma suntuosa, con el paso de la Borriquita sobre el escenario, y un calvario representando al Cristo de la Veracruz, a la Virgen de las Angustias y a San Juan Evangelista, de espaldas, observando el crespúsculo.
La presidencia subía al escenario para permanecer en todo momento sobre él, compuesta por la alcaldesa de la Villa, María Eva Corrales, el hermano mayor de la Vera-Cruz, Juan José García Gasca, el presidente del Consejo Local de Hermandades y Cofradías, Gregorio Sánchez Alonso, el presentador del pregonero, cofrade y hermano de la Veracruz Francisco Bonhome, y el pregonero, Ezequiel Grande.
Todos ellos escucharon con deleite, sumados al público, la excepcional interpretación de los hermanos Antonio y Raúl Bernal Linares, que tan solo con una guitarra y una flauta travesera, dieron un nuevo sentido a las marchas procesionales interpretadas durante el acto, con una maestría y una dulzura pocas veces oída. Abrieron el acto con la marcha 'Madre Hiniesta' de Manuel Marvizón.
El acto, sencillo, fue abierto por la intervención de Francisco Bonhome, que llamó la atención a los presentes sobre el momento histórico que vive la hermandad, tras 75 años de su reorganización un 5 de marzo del año 1940. Un trabajo de hombres y mujeres que no quisieron que la fe veracrucista se perdiera, y apostaron, con constancia, por que la llama de esta tradición no se perdiese en el tiempo, a pesar de las dificultades con las que se encontraron, tanto entonces como ahora. Y es que la historia de esta hermandad es una historia de superación.
"Como llamados por una voz interior que nos convoca, hoy nos reunimos para escuchar a uno de los nuestros, que se hace portavoz de nuestros latidos y emociones, y que nos hará llegar sus sentimientos veracrucistas, y contagiarnos de su fe cofrade", dijo Bonhome del pregonero, del cual realizó una semblanza vital recorriendo su vida como hermano de la Vera-Cruz, nacido en el seno de una familia entregada a la Hermandad y que ha seguido transmitiendo ese legado a sus descendientes. Con amplia experiencia como pregonero, y miembro de la Comisión permanente del Consejo Local de Hermandades y Cofradías, "es un cofrade de verdad y un cristiano comprometido con su fe y con las enseñanzas recibidas de sus padres. Enciende nuestros corazones y nuestros sentimientos más profundos impregnados de tu amor a nuestros amantísimos titulares", animó Francisco Bonhome a Ezequiel Grande.
Tras un nuevo interludio musical por parte de los hermanos Bernal, con la marcha 'Virgen de las Aguas', de Santiago Ramos, subía el pregonero al atril, para iniciar un pregón que sobre todo quiso reivindicar la historia de una hermandad que ha llegado a esta efeméride no sin esfuerzo y sacrificio. La historia de un esqueje que fue plantado en un suelo árido, quemado, pero que gracias al esfuerzo de unos pocos consiguió salir adelante y convertirse en un espléndido árbol. Todo con el único afán de aunar sentimientos cristianos, según explicó el pregonero.
Tras la quema de imágenes religiosas que se produjo en la localidad el 17 de abril de 1936, el Cristo de la Vera-Cruz se salvó de ese momento clave para las hermandades locales, y fue el compromiso de unos pocos cofrades el que fue el germen de esta hermandad resurgida de un tiempo complejo.
La historia de la Verdadera Cruz, y su significado, así como los principales hitos en la historia de la Hermandad de la Vera-Cruz (su origen con tan solo 32 hermanos, la incorporación de la imagen de la Virgen de las Angustias, y del Cautivo, la restauración de San Roque y los distintos avatares acaecidos a la sede de los titulares de la Hermandad, el aumento de su patrimonio artístico, el apoyo de otras hermandades, las Bodas de Plata y de Oro, el nacimiento de sus cuadrillas de cargadores y el cambio de salir en Jueves Santo a cederlo a los Dolores para salir en Viernes Santo, etc), formaron parte del pregón de Ezequiel Grande, que además se detuvo en reconocer los grandes valores de la labor solidaria de esta hermandad, así como de la importancia de la familia para la pervivencia de la hermandad, poniendo como ejemplo a la suya propia, o el empuje de las mujeres veracrucistas, detrás de cada momento importante e histórico de la misma.
Grande quiso hacer un llamamiento a llevar una vida cristiana verdadera, porque "de nada sirve presentarnos ante nuestros titulares vacíos por dentro. Hay que vivir una entrega diaria", recordó el pregonero, que quiso además engrandecer el papel de la actual Junta de Gobierno de la Hermandad, ya que "a pesar de las dificultades, no habéis decaido". Ezequiel Grande finalizó su pregón agradeciendo a su hermandad seguir adelante, acompañado de los aplausos del público, que terminó rendido ante la magnífica interpretación de la marcha 'Mi Amargura' de Vicente Ferrer que hicieron los hermanos Bernal.
La Hermandad de la Vera-Cruz, que no termina aquí sino que empieza un programa de actos extenso con motivo de su 75 Aniversario, dejó claro anoche que no hay piedra en el camino que no estén dispuestos a superar para seguir haciendo historia.