El Ayuntamiento de San Fernando se ha gastado 350.000 euros en el hallazgo y sus trabajos posteriores y que los restos de la pareja tendrán un lugar preeminente en el Museo.
La repercusión de la noticia publicada por este periódico sobre la importancia arqueológica de Los enamorados de La Isla ha hecho que se sepa también lo que está haciendo el Ayuntamiento a través del Museo Histórico Municipal y los datos de lo ocurrido desde que tuvo lugar el hallazgo en agosto de 2007 hasta octubre de 2008 en que se cerró el yacimiento del Sector III de Camposoto.
Y al respecto hay noticias buenas y malas, a saber. Las primeras, que el Ayuntamiento de San Fernando se ha gastado 350.000 euros en el hallazgo y sus trabajos posteriores y que los restos de la pareja tendrán un lugar preeminente en el Museo isleño, ocupando la mitad de una sala junto con otros restos del mismo yacimiento e información de todo lo que significa.
Igualmente, el Consistorio ha destinado 1.500 euros más para profundizar en las pruebas del Carbono 14 (C-14) y que se están dando pasos para realizar las pruebas de ADN, en el caso de que se encuentre colágeno suficiente en unos restos tan antiguos, que era la duda que exponía a este periódico el arqueólogo jefe de la excavación “de urgencia”, Eduardo Vijande Vilas.
Pruebas fundamentales
Esas pruebas de ADN pueden ser fundamentales para saber si había parentesco entre los dos individuos, una niña de entre 12 y 14 años y un mayor (no se conoce el sexo) de 35-40 años. En el caso de que ese parentesco no existiera, se podría seguir hablando de los “amantes” o “enamorados”, aunque de todas formas el gran hallazgo es la pareja en sí, aunque sean padre e hija o madre e hija, sin perjuicio de que la historia pueda ser más atractiva para la gente si se trata del primer caso.
Siguiendo con las buenas noticias, la delegada de Museos, María José Suárez, aseguró en rueda de prensa que sólo se había excavado el 50 por ciento de la necrópolis, mientras que la otra mitad se ha sellado convenientemente, de forma que en cualquier momento puede abrirse, en perjuicio del campo de hockey, claro, para seguir los estudios en función de que se considere conveniente y rentable, arqueológica, cultural y turísticamente.
En este caso en cuestión no se perdería todo el dinero invertido en el campo de hockey sino sólo el de la pista. Todo el cerramiento e incluso el edificio de servicio del campo pueden reutilizarse como cerramiento también y como centro de interpretación del yacimiento, que en este caso se abriría en el 50 por ciento que se ha sellado.
La parte mala
Partiendo de que con el sellado de la mitad del yacimiento sólo se habría perdido tiempo y muy poco dinero -en comparación con el que se ha gastado en la excavación- la duda viene del porqué se decidió cerrar el yacimiento en vez de seguir, cuando desde el primer momento se sabía que no se trataba de unos restos más para los que bastaran su catalogación y sellado o incluso su destrucción ya extraídos sus restos.
La delegada municipal de Museos, la popular Suárez Llerena, aseguró que siempre se había actuado siguiendo las recomendaciones de la Junta de Andalucía, a través de la Consejería de Cultura, incluida la decisión del sellado. La Junta, por contra, dice que el yacimiento está en suelo municipal y que hubiera bastado que el Ayuntamiento hubiera trasladado a Junta su voluntad de seguir la excavación y pedir un arqueólogo autonómico para que se hubiera seguido excavando.
En todo este asunto están las indudables dudas del equipo de gobierno municipal por terminar el campo de hockey, ya con un año de retraso por el hallazgo, y las posibles órdenes que se dieran para que se cerrara y no perjudicara a las instalaciones deportivas. Todo ello obviando que los arqueólogos creen que lo que ha salido a la luz no es precisamente lo más importante de la necrópolis.