San Fernando

Uno puso un huevo, otro le echó la sal, otro lo frió... y en eso están

Los retrasos del Ayuntamiento parten de la primera etapa cuando "el monstruo" comenzó a dejar ver su grandeza arquitectónica y sus debilidades constructivas.

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Si alguien pensaba sacarle el rédito electoral a un edificio del Ayuntamiento tan terminado como para que hubiera zonas sin cables ni material de obras, se equivocó. Las obras van a terminar antes del verano, según los arquitectos que dirigen los trabajos. Pero no mucho antes e incluso se pueden volver a retrasar.

De todas formas pasarán las elecciones municipales con apenas unas visitas en el poco tiempo que queda y visitas que en ningún momento podrán ser muy numerosas porque de lo que se trata es de que la obra siga su curso sin interrupciones.

Aunque el año pasado se decía que estaría terminado en el mes de septiembre, el propio arquitecto redactor del proyecto, Francisco Márquez, manifestaba a este periódico este sábado que el verdadero retraso ha estado en la primera etapa, cuando fueron surgiendo los imprevisto y se obligó a revisar el contrato.

“Esto es un monstruo”, dijo Márquez refiriéndose a uno de los edificios públicos más grandes de España que prácticamente se desnudó en la primera fase de las obras para comprender todo su esplendor arquitectónico, más incluso de que se preveía en un principio.

En estos meses antes del verano se espera que finalicen todos los trabajos y que se proceda a las acometidas de electricidad que dejarán la fachada posterior limpia del cableado que durante años ha afeado el edificio.

Y a partir de ahí se entra en la fase de licitación del mobiliario, que precisará de una partida presupuestaria no menor, ya que las zonas nobles contarán con equipamientos acordes a su categoría arquitectónica.

Entre una cosa y otra y con un verano por medio, el alcalde o alcaldesa que se siente tras la mesa de la Alcaldía lo hará con ropa de abrigo. Lo más probable.

 

Tres alcaldes y una alcaldesa

El proyecto del Ayuntamiento ha conocido a tres alcaldes y una alcaldesa, la actual, Patricia Cavada. En tiempos de Antonio Moreno Olmedo se acordó el concurso nacional de ideas acorde con la categoría del edificio y en la Navidad de 2004 se pudo conocer en una exposición cómo  quedaría. La exposición se hizo en la sede de la entonces Gerencia de Urbanismo y el proyecto en su integridad tenía un coste de alrededor de 18 millones de euros en pleno auge de la construcción.

Los retrasos en el inicio de las obras por la importante financiación que suponía hicieron que el sucesor de Antonio Moreno, Manuel María de Bernardo, tomara la iniciativa más importante y menos valorada de cuantas se han hecho en el edificio. De Bernardo tuvo conciencia de que si no se actuaba rápido el edificio se caería, por lo que desalojó el Ayuntamiento y comenzaron las obras de consolidación que lo han mantenido en pie hasta que comenzaron los trabajos de rehabilitación.

En el inicio de esos trabajos tuvo un papel primordial el alcalde del Partido Popular José Loiza García, quien no obstante recortó en buena parte del proyecto original ganador del concurso de ideas, siempre en contacto con el arquitecto Francisco Márquez. La bajada del precio de los materiales ya con la burbuja del ladrillo más que reventada ayudaron un poco. A Loaiza se le debe la financiación de las obras, ocho millones, que como se auguraba sería más.

Patricia Cavada ha tenido el honor de ser la alcaldesa que ha comenzado los trabajos y colocado las dos grúas en 2016 que dejaban claro que ya no había vuelta atrás y también la que tuvo que autorizar medio millón de euros más para las obras.

Las visitas del Colegio de Arquitectos de Cádiz a las obras dan muestra del interés que ha despertado esta restauración y la conferencia que ofreció Márquez sobre los pormenores de los trabajos un año después, ofrecida en la Real Academia de San Romualdo, dio cuenta de que cuando se habla del "monstruo" de se exagera. Ni se exagera, como han podido comprobar muchos ciudadanos que han visitado las obras, sobre la monumentalidad del edificio que permanecía escondida por los muchos parches que se le habían puesto a las dependencias en sus dos siglo largos de vida.

La última visita a la que acudió este periódico fue en mayo del año pasado, con el edificio al 90 por ciento. 

 

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