San Fernando

No se puede hacer un lenguaje dictado desde arriba... dijo Stalin

El académico de la RAE, Juan Gil Fernández, cree que la lengua pertenece al pueblo, es el pueblo el que tiene que cambiarla y cualquier otro intento fracasará.

Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Cargando el reproductor....

Juan Gil Fernández, catedrático de Filología Latina de la Universidad de Sevilla (1971-2006), obtuvo su licenciatura en Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid y realizó su doctorado —por el que recibió el Premio Luigi Jacopini— en la Facoltà di Lettere de Bolonia. Fue catedrático del Instituto Beatriz Galindo de Madrid, profesor agregado de Filología Latina de la Universidad Complutense de Madrid y catedrático de esa misma especialidad en la Universidad de Sevilla.

Estuvo el martes en San Fernando para pronunciar la conferencia Las Armadas a la especiería con la que la Real Academia de San Romualdo de Ciencias Letras y Artes de San Fernando comienza a conmemorar la primera circunvalación de la tierra por la expedición de Magallanes y antes de la conferencia -que se reproduce en video al final- concedió una entrevista de urgencia a este periódico en el propio Centro de Congresos.

-¿Cómo está el español en estos momentos? ¿Goza de buena salud?

-Muy bien. Goza de buena salud. La lengua goza siempre de buena salud.

-¿Usted frecuenta las redes sociales?

-No mucho. No me interesa tanto.

-Pues posiblemente cambiaría de opinión sobre la salud del idioma si leyera lo que se lee en ellas.

-Hombre, es como si ahora hiciéramos el estudio sobre la lengua latina sobre las inscripciones de Pompeya. Un latín muy pobre, muchos tacos, cosas soeces… ¿Qué se va a poner en una pared?

-La Real Academia Española limpia, fija y da esplendor y a la impresión de que hay allí unos señores que no quieren cambiar nada. Sin embargo es uno de los organismos más vivos y que más otean el idioma, tanto aquí como en Hispanoamérica para ver cómo va evolucionando.

-La Academia no es que cambie la lengua porque la lengua no es propiedad de la Academia; es propiedad del pueblo. Es el pueblo quien la cambia a su antojo. Lo que sí hace la Academia es ponerse de acuerdo con las demás academias para que el progreso del español se haga al unísono. Y creo que eso es muy importante, más importante de lo que uno se piensa porque realmente una de nuestras grandes riquezas es la lengua, una lengua hablada por 500 millones de personas de los cuales los españoles somos realmente muy pocos. Si los franceses o los alemanes tuviesen 500 millones de personas nativas hablando español estarían muy contentos.

-Si los franceses o alemanes tuvieran muchas personas hablando sus idiomas, entre otras cosas, ya lo habrían potenciado más. Algo que parece que no se hace mucho en España y además históricamente. Tenemos una lengua, 500 millones de hablantes, un Instituto Cervantes y vemos que en muchos países no proliferan las escuelas para atender la demanda de español. Todo lo contrario que el inglés, que nos va tomado la delantera aun teniendo menos hablantes que nosotros.

-El inglés es la lengua del imperio y siempre la lengua de imperio tiene ventaja. Y la va a tener durante mucho tiempo en el sentido de que el inglés es un idioma muy simple y su desventaja es que nunca se llega a hablarlo bien a no ser que se haya mamado desde chico. Pero es un idioma muy simple, la sintaxis se aprende muy rápidamente. El español es un idioma complicado; el inglés, normalmente, no. Y luego tiene otra cosa maravillosa y es que las palabras normalmente son monosilábicas y se pueden juntar, la capacidad de hacer compuestos es infinita. Cosa que nosotros no tenemos. Un compuesto en español es muy complicado; en cambio en inglés se hacen compuestos maravillosos, el Brexit o ahora el Mexit (salida de México del Tratado de Libre Comercio de América del Norte)… Inmediatamente sacan un compuesto muy curioso y que está bien hecho. Eso es algo que a nosotros nos falta. La posibilidad próxima pudiera ser el chino, pero quién aprendería a escribir en chino.

-¿Dónde se habla mejor español, en España o en Hispanoamérica?

-Es muy difícil decir dónde se habla mejor español. Capacidad oratoria la tienen más en Argentina, Méjico, Colombia… que se queda uno pasmado oyéndolos hablar, lo bien que se expresan, la riqueza de vocabulario y el empaque con el que hablan. Y personas que a no tienen una educación superior. Sin embargo se expresan con una propiedad muy grande, cosa que el español -no sé por qué- no tiene esa facilidad oratoria. Escuchar a un taxista argentino es realmente fantástico, se expresa con unas florituras y un sentido además hasta filosófico que le dan a la conversación un tono elevado. Nosotros somos más sencillos en ese aspecto. O más sencillos o que no lo sabemos hacer.

-¿Los españoles escribimos bien? Lo digo por el oficio nuestro, que es de escribir de prisa y a veces de pisotear el lenguaje.

-No se escribe mal. Uno coge un periódico y está bien escrito y se lee con gusto. Y es difícil, porque hacer un periódico todos los días y en unas horas… Hombre, hay veces que rechina un poco lo que se lee, pero eso es la excepción. Normalmente las frases están bien construidas, la sintaxis es correcta. Se escribe muy bien. 

-Un pueblo que tiene una lengua, tiene un tesoro. En España tenemos cuatro lenguas que se miran últimamente de forma peyorativa por otras circunstancias que no son las lingüísticas. ¿No ha faltado un poco de educación a nivel de toda España sobre la importancia de esas lenguas e incluso que pudiéramos, no aprenderlas, pero sí al menos conocerlas y pronunciarlas bien?

-Tener, por lo menos, alguna noción de ellas. En definitiva son lenguas cooficiales. No digo que se sepa vasco; el euskera es complicado incluso para los propios vascos si se empieza desde una edad. En cambio el catalán o el gallego son lenguas que se entienden muy fácilmente. No es que se tengan que aprender, pero sí que a todos los estudiantes se les enseñaran algunas nociones en las escuelas, que supieran cómo se pronuncia el catalán, como se pronuncia el gallego… Que tuvieran una idea porque realmente es un tesoro.

-¿La supresión del latín y el griego de la enseñanza se va a notar con el tiempo?

Quizá. Antes se podía hacer aquel chiste famoso al ministro Solís cuando le preguntaron para qué sirve el latín. –Para saber que los de Cabra se llaman egabrenses.

Realmente no tener una base de latín y de griego, saber lo que es la cultura clásica, es una amputación porque de la cultura clásica estamos partiendo continuamente, estamos repitiendo siempre lo mismo sobre la base de la cultura clásica.

-Hace poco se publicaba que una lingüista en 1902 ya proponía le eliminación de la q y la u por la k y se la presentaba como una adelantada a su tiempo en más de un siglo. Al fin y al cabo la evolución de la lengua tiende a su simplificación.

-Sí y que realmente imitamos también al inglés, que es simplificar más. El inglés, ante una palabra larga tiende a acortarla, laboratorio no es laboratory sino lab, convirtiendo las palabras en monosílabos. Nosotros estamos siguiendo esa tendencia y realmente, cuando una palabra es muy larga lo normal es que se tienda a abreviarla. Es tendencia no es mala pero que también es un influjo del inglés porque queremos o no, estamos bajo el dominio del inglés. Todo el mundo está pendiente de Estados Unidos para conocer la última novedad y eso es un poco triste porque en cierto modo con ese espíritu servil acaba uno siendo un imita monos.

-Si las películas que nos dejaron ver dobladas cuando éramos pequeños hubieran sido en versión original, habría habido en España más presidentes del Gobierno que supieran hablar inglés.

-Yo creo que sí. Eso le pasa a Portugal. Ellos se han dado cuenta de que tienen que abrirse al mundo, a pesar de que tienen un idioma que hablan 150 millones de personas. Los portugueses son los que más lenguas saben dentro de la Península Ibérica y eso se nota. ¿Quién ha sido presidente de la Unión Europea? ¿Quién lo es en la Unesco ahora?

-Los españoles fueron a América, llevaron la lengua, pero no la impusieron. Eso lo ha dicho usted.

-El español se habla hoy en América no porque lo haya impuesto España. Lo impusieron y lo hicieron obligatorio las repúblicas independientes. Eso en cierto modo está bien y en cierto modo está mal. En Filipinas, donde estuvimos cuatro siglos, no fuimos capaces de imponer el idioma. Para imponer el español hay que crear escuelas y eso cuesta. Estados Unidos llegó allí y en cincuenta años de dominación puso escuelas y el inglés como lengua obligatoria. Ahora es una manera muy cómoda porque en Filipinas, como en la India, hay muchas lenguas y lo mejor es que predomine el inglés.

Eso se podría haber conseguido si hubiera habido una escuela en español, pero claro, había que hacer escuelas y eso también sería quitar a las Órdenes Religiosas su cometido que era impartir la doctrina católica. El Concilio de Trento fue muy perjudicial para enseñar el español porque dijo que a los nativos se les tenía que enseñar en su lengua, la lengua original, no la lengua importada, la del conquistador. Las Órdenes Religiosas lo que hacen es aprender la lengua que habla la mayor parte de la población, con lo cual las pequeñas lenguas son absorbidas por la lengua general, el quechua, el aymará… Son cosas que tienen sus pros y sus contras.

-Llegamos a la cuestión más al día de todas, el lenguaje inclusivo. La Academia se ha pronunciado de forma categórica considerándolo una barbaridad. Yo le veo la parte buena en cuanto a estrategia para hacer ver un problema como el de la desigualdad entre mujeres y hombres, crea polémica y van cambiando cosas. Distinto es que dentro de veinte años los políticos se den cuenta de las tonterías que han escrito con los desdoblamientos de palabras. ¿Hay forma de parar eso o simplemente hay que esperar a que pase?

-Yo entiendo que ha mujeres que no se sienten incluidas en el genérico, pero es que no se puede crear un lenguaje para ellas. El lenguaje es de todos y si no estamos de acuerdo con una cosa del lenguaje, pretender que por un plumazo vamos a hacer una lengua nueva, es absurdo. En la Unión Soviética, con el triunfo de la Revolución, un gran lingüista pero al mismo tiempo un adulador de Stalin, dijo que había que cambiar el lenguaje y había que acomodar el ruso al idioma de la Revolución. Stalin le paró los pies y le dijo ¿dónde vas? ¿No te das cuenta que eso es imposible? ¿Qué no se puede hacer un lenguaje dictando leyes desde arriba? Se puede hacer un lenguaje nuevo por la Revolución, ¿pero el pueblo va a hablar ese lenguaje? No. Un lenguaje inventado, no.

-El pueblo pondrá las cosas en su sitio.

-Si el Consejo de Ministros está formado por ministras y ministros en un momento dado se dice el Consejo de Ministras y Ministros… Todo eso no me parece mal que se diga. Quiero señalar o recalcar que hay más ministras o paridad de ministras y ministros. Decir Consejo de Ministras es dejar a los ministros fuera, pura y simplemente. No se puede jugar con la lengua en este aspecto. Hay expresiones injuriosas que se pueden limar lo más posible o no emplearlas. Pero crear una lengua artificial es muy difícil.

'Las Armadas a la especiería', conferencia de Juan Gil Fernández en la Real Academia de San Romualdo. Fue presentadoo por la doctora en Filología y académica María Elena Martínez Rodríguez de Lema

 

Espacio reservado al reproductor de vídeo

 

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN