Estimado Antonio Muñoz: tras tu elección como alcalde te escribo estas notas en calidad de una de las 684.234 Sevilla existentes, tantas como habitantes se reconocen oficialmente en el último Padrón municipal. Y es que cada sevillano, entendiendo como tal a todo el que aquí vive -aunque, al igual que tú, no lo sea de nacimiento-, encarna una forma de Sevilla, y Sevilla está en todos y cada uno de los mismos. Por tanto, estimado alcalde, haz oídos sordos a quienes dicen que ellos, y no otros, son Sevilla, ya sea la Eterna o la Novísima, y que por razón de tal supuesta esencia tienen más derechos que los demás. Derechos, tú me entiendes, que son sinónimo de exigencia de prebendas, subvenciones y, siempre, trato de favor. Así pues, alcalde, no te sientas obligado, ni cohibido, ni coaccionado por quienes se arrogan más sevillanía que nadie y actúa siempre como alcalde de todos (me sobra ese todas del lenguaje presuntamente inclusivo que tanto practicas porque el idioma se rige por la regla del ahorro de términos y por la simplicidad) los sevillanos, o sea de los 684.234 empadronados.
Comprendo que un discurso de investidura no es como el pregón de Semana Santa, en el que los pregoneros tienen por costumbre citar a todas y cada una de las cofradías, pero en tu enumeración de grandes alianzas no me pasó inadvertido que mientras citabas al resto con una sola palabra -volvemos al sentido ahorrativo del lenguaje- y en minúscula, a las Hermandades (en mayúscula) les dedicabas un párrafo.
No es que yo sea un anti-nada; todo lo contrario. Aunque no son de mi mundo, a diferencia de a pseudo progres de salón me merecen el mayor de los respetos, pero esa amplitud comparativa por tu parte en su tratamiento denotó que, aunque sea inconscientemente, las consideras eso que llaman un poder fáctico. Espero que no vuelvas al “urbanismo morado” de la época de Monteseirín.
Y en esa enumeración de alianzas tampoco me pasó inadvertida la omisión de los ecologistas, ya que los gobiernos locales anteriores de tu partido no han sabido forjarla en este sexenio largo, pero sería aún más necesaria ahora que has vuelto a proclamar el objetivo de la Capital Verde de Europa y de una economía verde y digital. Ser verde sin los Verdes es ciertamente contradictorio y significa además que Espadas no fue ni es tan ecologista como él se cree y pregona.
CONTINUISMO
Al oírte toda esa retahíla de grandes cifras a partir de 2015, estimado Muñoz, me pareció estar atendiendo al balance del mandato de Espadas más que a tu discurso de investidura. Quizás ha sido un obligado tributo continuista. Para colmo, tu predecesor y jefe político declaró por los pasillos que más o menos tú vienes a ejecutar lo que él ha dejado pendiente. Confío, alcalde, en que más pronto que tarde rompas ataduras con el pasado y hables con voz propia y no seas, como en el poemario de Pedro Salinas, la voz a ti (Espadas) debida.
De ese ramillete de números anhelo que cumplas al menos eso que has dicho de que te dispones a ejecutar un gran proyecto presupuestario, especialmente los 119 millones de euros en inversiones, ya que los gobiernos de los que has formado parte no se han caracterizado precisamente por un elevado nivel de ejecución presupuestaria, y a los informes del Consejo Económico y Social de Sevilla me remito.
El mejor pasaje de tu discurso, estimado Muñoz, fue el de la Sevilla fértil y la serie de los “Necesitamos”: un buen diagnóstico genérico de la situación de la ciudad, necesitado, valga la redundancia, de la necesidad esencial: saber cómo ponerle el cascabel al gato. Y es ahí donde creo que yerras, si me permites decírtelo desde la sinceridad y el afecto, como trataré de exponerte más adelante.
CUATRO EJES
Has prometido trabajar en torno a cuatro grandes ejes. No cabe mejor definición por tu parte: “En primer lugar, la mejora de los servicios públicos, pues lo primero es lo primero: que Sevilla funcione”.
Cuando Felipe González ganó por abrumadora mayoría absolutísima en 1982 las elecciones generales con el lema “por el cambio”, le preguntaron en una rueda de prensa en qué consistía el cambio. El autodenominado “jarrón chino” de tu partido respondió: “Que España funcione”.
Para que funcione un colectivo, una sociedad, un país, es necesario que todos y cada uno de sus miembros y entidades cumpla con su deber en todos los ámbitos de la vida. Ya que has citado en primer lugar la limpieza viaria, he de decirte que mientras escribo estas notas sigo viendo a través de la ventana aceras alfombradas de hojas caídas desde las últimas lluvias. En este sentido te remito a los vecinos del Distrito Este afectados por las inundaciones de sótanos y garajes y con las redes de saneamiento colapsadas, que denunciaron que varios días después aún no había aparecido Lipasam por allí. Por cierto, ¿vas a evaluar en funcionamiento de los tanques de tormentas?
EXCLUSIÓN
De poco sirve alardear de la nueva marca Sevilla y de la proyección internacional de la ciudad, ni de los 300 millones de euros captados en fondos europeos ni los récord turísticos si esos registros se contraponen a otros que causan sonrojo propio y vergüenza ajena, como nuestros 67.212 parados en noviembre o que tengamos los tres barrios más pobres de España (seis entre los diez ) y 97.000 sevillanos en riesgo de exclusión social: ¡uno de cada siete!.
Esos dos enormes colectivos de vecinos nuestros deben ser tu gran reto, estimado Muñoz: que baje cada mes esa estadística es mucho más importante que suenen las fanfarrias por que entren dos millones de turistas en el Alcázar o vengan siete millones por el aeropuerto de San Pablo, y tú ya me entiendes y nos entendemos todos.
Al hablar de la transformación urbana de esos barrios necesitados dijiste (en referencia al Polígono Sur) que es el momento de romper la barrera que supone el muro de Hytasa. Pero te olvidaste del otro gran muro de verdad: el que lo separa de Bami, cuyo derribo obligaría al previo soterramiento de la línea férrea.
¿De qué Administración, a la que se te olvidó mencionar, depende la vía del tren, que constituye el gran obstáculo para la integración del Polígono Sur? ¿No has dicho en tu discurso de investidura que vas a ser un alcalde reivindicativo? Pues aquí tienes una oportunidad, espero que aún no perdida, de convertir esa causa de la caída de ese muro y del soterramiento de la vía en tu gran bandera propia, más allá de ir recogiendo meramente los testigos dejados por Espadas.
ECOLOGÍA
En el eje de la ciudad que debe respirar has empezado reconociendo que Sevilla se encuentra en una situación de emergencia climática y que los 25.000 árboles plantados “son muchos, pero no son suficientes”. ¿Muchos, estimado Muñoz? Hagamos cuentas. La media en estos seis años y seis meses de gobierno (2.302 días) es, redondeando al alza, de 11 árboles diarios. Repito: sólo habéis plantado 11 árboles cada día en una ciudad de casi 700.000 habitantes. Y no has metido en el balance los árboles caídos o cortados por su pésimo estado.
Has prometido generar nuevos pulmones verdes en zonas del Centro como la calle Arrayán. Magnífico. Espero que en esas reurbanizaciones que al margen de su objeto social diseña Emasesa no ocurra como con la calle Amor de Dios, donde si se plantaron árboles fue sólo tras las protestas de Izquierda Unida -ahora tu aliada- y de los vecinos.
Y ahora heredas de Espadas esa arboricida, redundante y antieconómica ampliación de la línea del tranvía, cada año con menos demanda de viajeros y que discurre en superficie por un trazado similar al que en subterráneo y de forma más eficiente recorren el Metro y/o el Cercanías de Renfe. Aunque rectificar es de sabios, imagino que no te atreverás a frenar ese irracional proyecto, como Rojas-Marcos frenó el de la torre cilíndrica en Plaza de Armas.
RECALIFICACIONES
Has hablado en tu discurso, estimado Muñoz, de que la ciudad debe desarrollar un nuevo modelo económico, para ser un referente en la innovación y en la industria, que han de ser el nuevo motor que necesitamos. Pues ya me dirás cómo se puede cambiar hacia ese modelo innovador e industrial recalificando, como hiciste desde tu Delegación de Hábitat Urbano, suelo así calificado en el PGOU y propiedad del Puerto para dar curso a proyectos en las antípodas, como el complejo comercial Sevilla Park o 700 viviendas (¡más ladrillo, que esto se trata de dar pelotazos inmobiliarios!) en la avenida de La (s) Raza(s).
Has dicho, estimado alcalde, que “el segundo gran motor lo debe liderar una de nuestras señas de identidad, como es la cultura”. Totalmente de acuerdo. ¿Para cuándo entonces aprovechar el potencial de las más de cien óperas ambientadas en nuestra ciudad para crear algo? ¿Un teatro lírico estable especializado sólo en su representación? ¿Representaciones rotatorias? Eso podría servir a esa proyección internacional que tanto te gusta, pero sin caer en el exceso de aquella Carmen faraónica de la época de Monteseirín.
DESCENTRALIZACIÓN
A mi juicio has cometido un error político al abrir en público el melón del proceso de desconcentración iniciado por el Gobierno de España -no es el momento de explicar aquí la razón- y pedir que Sevilla sea la sede del Museo de América, con lo cual supongo que tratas de hacerle un favor a un tercero llenando así de contenido las Atarazanas en el futuro. ¡No más museos, Antonio, que no se trata de imitar a Málaga para captar más turistas!
En tu lugar, habría pedido un centro de investigación o similar, que trajera a Sevilla personal altamente cualificado con efecto irradiador en nuestra sociedad e ingresos recurrentes, algo como el Centro Estatal de Salud Pública o similar al nuevo Centro Común de Investigación (Joint Research Center) que proyecta la Unión Europea en la isla de la Cartuja.
EL CENTENARIO
Estimado alcalde: has fijado el año 2029, el del centenario de la Gran Exposición Iberoamericana, como el horizonte o meta para completar la transformación que Sevilla necesita y advirtiendo, menos mal, que no se trata de albergar otra Exposición Universal (ni tampoco unos Juegos Olímpicos, añado) y de repetir el debate sobre el crecimiento basado en grandes eventos en vez de el sostenido diariamente.
El problema de fondo es que las metas que pones son puramente urbanísticas, como la definitiva renuncia a la Zona de Actividades Avanzadas en la avenida de La(s) Raza(s) para levantar allí 700 viviendas más en vez de empresas de I+D+i, o la remodelación, con el inevitable hotel de lujo incluido, de la Fábrica de Tabacos de Altadis en Los Remedios. Es decir, ladrillo y más ladrillo.
Además de o en lugar de, apostaría por proyectos de innovación y por la cualificación de los sevillanos para que puedan afrontar los retos de un mundo globalizado, digitalizado y automatizado (inteligencia artificial, robótica…). Dotar programas para que cuantos más sevillanos hablen inglés (el idioma del mundo, aunque nos pese) en una ciudad turística como la nuestra, mejor. Podríamos crear un plan apoyado en los miles de estudiantes extranjeros del programa Erasmus que tenemos en nuestras universidades. O que nuestros niños y jóvenes aprendan programación informática por sistema. O crear, al modo de Barcelona, una red de centros de fabricación digital (FabLab), con al menos uno en cada distrito, para fomentar la cultura “maker”. Y así, sucesivamente.
Metas genéricas y exclusivamente ladrilleras sirven de poco si no se especifican objetivos, presupuestos y calendarios medibles en el tiempo para verificar su grado de cumplimiento. Por ejemplo: ya que has hablado de plantar árboles (ojo, hay que conservarlos regándolos y cuidándolos y no dejarlos abandonados a su suerte), pon como objetivo 100 cada día en vez de esos raquíticos 11 para luchar contra el cambio climático y poder aspirar a la Capitalidad Verde Europea.
Otro objetivo a modo de ejemplo: tratar de crear las condiciones para que en cada uno de los 7 años que faltan hasta 2029 salgan al menos 5.000 sevillanos de las listas del paro y reducir su número actual a la mitad. O que un número razonable de sevillanos obtenga cada año un título que les acredite un dominio medio del inglés. Etcétera, etcétera….en la misma línea.
En resumen, más apuesta por la I+D+i, el conocimiento y las personas y menos por el urbanismo y el ladrillo, porque de lo primero nos falta bastante y de lo segundo creo que tenemos de sobra, aunque a algunos siempre les parecerá poco.
Dicho desde el respeto y el afecto, en nombre de una de las 684.234 Sevilla existentes, que aspira a ser inclusiva y no excluyente.