Avanzar hacia una sociedad más justa pasa por otorgarle a la economía social el papel que merece, de manera que deje de ser el mal llamado “tercer sector” y pase a tener un papel protagonista en el actual sistema económico. Es lo que piensa, y está entre sus principales objetivos, el nuevo director territorial de la ONCE en Andalucía, Ceuta y Melilla, Cristóbal Martínez.
En el transcurso de una entrevista concedida a Ondaluz Sevilla TV, Martínez ha explicado que “hay muchas personas en riesgo de pasar a un segundo plano en la sociedad, que sólo son visibles para la mera caridad, para la mera sensibilización de la sociedad y no queremos eso. Queremos derechos simplemente, trabajo, empleo, educación, formar parte de la sociedad a todos los niveles”. Y para eso, reniega del conformismo frente a la persistencia.
Aspiraciones que Martínez tuvo ocasión de manifestarle personalmente a la presidenta de la Junta Andalucía, Susana Díaz, en un primer encuentro protocolario en el que recibió el reconocimiento y apoyo de Díaz. Sin embargo, para el responsable andaluz de la ONCE, es fundamental que ese compromiso de las administraciones se plasme en la práctica, por ejemplo, dando cabida la economía social en la concertación social.
A su juicio, “la economía social es un motor de empleo impresionante y todavía está considerado como una segunda economía”. “Ahí tenemos mucho que avanzar, la economía aporta valores que es muy importante, y en economía sobra dinero y faltan valores, y la economía social es todo lo contrario”.
Pero la ONCE tampoco ha sido ajena a crisis y, a pesar de haber creado 9.000 empleos durante 2014 frente a un descenso de ingresos del 4%, tuvo que enfrentarse a decisiones calificadas de “mercantilistas” por los sindicatos. Tal fue el cierre del centro de recursos educativos Luis Braille de Sevilla.
Martínez dice que fue una “consecuencia más de la realidad” y que “nuestros niños están magníficamente integrados en los colegios, protegidos y bien atendidos educativamente por los equipos de integración básica”.
Y aclara, “si el centro no es necesario, sencillamente se prescinde de él”. “Póngase en la situación de un niño de ocho años, que por el mero hecho de estar ciego tiene que desplazarse 300 kilómetros a estudiar cuando tiene un colegio al lado de su casa; eso es la integración”.