Es Navidad y es tiempo de familia pero en casa de los trabajadores despedidos de la empresa
CM Auxiliares, que prestaba sus servicios en
Ikea, la festividad sigue siendo sinónimo de
protesta, incluso para los más
pequeños, que han acompañado a sus padres a las puertas de la tienda de la multinacional sueca ante la mirada vigilante de los
empleados de seguridad y la
gélida respuesta de la empresa. Porque entre los despedidos hay varias parejas y todos con hijos.
El contraste llega con los propios
clientes de
Ikea, que se interesan por conocer el motivo de la protesta y hasta consiguen enterarse de qué significa
“cesión ilegal”, es decir, lo que les ha ocurrido a ellos: su empresa sólo existía para “
prestarle” los trabajadores a
Ikea y cuando ésta decidió prescindir de ella, la plantilla se quedó en la calle, a pesar de que por ley gran parte de la plantilla debía ser
subrogada, es decir, que la nueva empresa tenía que contar con ellos para
seguir prestando el trabajo que llevaban haciendo, algunos, desde 2009.
“
Hoy se ha parado más gente para saber de nuestro conflicto. A la gente le hemos explicado lo que es una cesión ilegal y ahora empiezan a entenderlo”, relata Antonio Andrade, uno de los trabajadores despedidos, que lamenta cómo, justo al llegar a las puertas de
Ikea, les han colocado al lado a los
vigilantes de seguridad. “Somos pacíficos”, le insistía Andrade al jefe de seguridad para que alejara a los vigilantes de su lado, que en otras ocasiones hasta se han mofado de ellos mientras protestaban.
La plantilla se ha llevado hasta las puertas de
Ikea “mil fotocopias del Viva” reproduciendo la página en la que se informaba del
juicio al que se enfrentará en
marzo la compañía sueca por
cesión ilegal y despido improcedente, después de haber hecho caso omiso a las peticiones de los trabajadores y no reconocer, en ningún momento, que estos “
colaboradores” sí formaban parte de su
plantilla aunque la nómina -aunque la
cuantía siempre era menos de lo que le correspondía- la pagara CM Auxiliares.
Será un juez quien decida la responsabilidad o no de la empresa, insisten desde Ikea, cuyos responsables miran “
con mala cara” -según relatan los trabajadores- las protestas que periódicamente salpican las puertas de la tienda, recordándoles que el
código ético del que tan orgullosos están
no se ha cumplido en esta ocasión.