La directora general adjunta de la Fundación Bancaria 'la Caixa', Elisa Durán; el director de CaixaForum Sevilla, Moisés Roiz; y la directora del Museo Sorolla y comisaria de la exposición, Consuelo Luca de Tena, han presentado este martes en CaixaForum Sevilla 'Sorolla. Un jardín para pintar', una exposición que descubre al público una faceta poco conocida de uno de los pintores españoles más universales, Joaquín Sorolla, y su pasión por los jardines.
'Sorolla. Un jardín para pintar' es una exposición diseñada especialmente para CaixaForum Sevilla que descubre al público nuevos aspectos de su producción que ayudan a resaltar su importancia a través de más de 170 óleos, bocetos, dibujos, esculturas, azulejos y fotografías.
Según un comunicado, dentro de su programación cultural, la Obra Social 'la Caixa' ha prestado especial atención al arte de los siglos XIX y XX. El paso entre estos dos siglos es uno de los momentos especiales en el desarrollo de la sensibilidad contemporánea, y en este sentido se convierte en una época determinante para entender nuestra cultura actual.
Enmarcado en ese momento especial en la historia del arte, Joaquín Sorolla representa uno de los nombres esenciales de la pintura española, y por ello la entidad ha apostado por este proyecto, que nos descubre aspectos nuevos de su producción y que ayudan a resaltar su importancia.
Coorganizada conjuntamente por la Obra Social 'la Caixa' y la Fundación Museo Sorolla, 'Sorolla. Un jardín para pintar' ha sido una exposición diseñada especialmente para CaixaForum Sevilla. Esta muestra inédita ha invitado a todos los visitantes a descubrir gran parte de la obra que Sorolla hizo sobre los jardines. La exposición ha supuesto una nueva colaboración con la Fundación Museo Sorolla tras las exitosas muestras organizadas recientemente, 'Sorolla. El color del mar' y 'Sorolla. Apuntes en la arena', que se han podido ver estos últimos años en diferentes centros CaixaForum.
En este sentido, la exposición relata, a través de más de 170 obras procedentes en su mayor parte del museo dedicado al pintor, cómo éste concibió su jardín de artista en su casa de Madrid como un espacio para la belleza, el deleite sensorial y la creación pictórica. Sus lienzos de patios y jardines en los Reales Alcázares de Sevilla y en la Alhambra de Granada le enseñaban a mirar y a comprender el jardín español, conforme iba concretando su propio espacio. Esta lección le permitía plasmar en su casa aquellas soluciones que sentía más satisfactorias para su propia pintura, trasplantando a su jardín las composiciones, perspectivas, motivos, elementos, colores, sonidos y olores que amaba en sus lienzos. Así fue creando un refugio a la medida de sus pinceles, un paraíso personal que recrear en sus últimas y esenciales pinturas.
De este modo, la lección de los patios y jardines andaluces resultará crucial para la configuración del 'jardín de artista' que Sorolla construye en su casa de Madrid. No solo copia algunos rincones concretos de los jardines sevillanos y granadinos que tan bien conoce, sino que, además, trasplanta a su jardín fuentes, azulejos, columnas, estatuas, árboles frutales y plantas ornamentales apasionadamente buscadas y traídas desde Andalucía.
La pretensión principal de esta nueva exposición ha sido profundizar en el conocimiento de todo el proceso de creación del jardín y transmitir al público visualmente la idea de toda la atención y el trabajo que Sorolla le dedicó, enriqueciendo la visión de los cuadros con el trasfondo del propio ardor con que Sorolla acometió su tarea.
La muestra presenta a un Sorolla maduro, que a lo largo de sus últimos años, en medio de los esfuerzos que le exige la realización del gran encargo de los murales de Visión de España para la Hispanic Society de Nueva York, encuentra el tiempo para pensar un jardín, trazarlo, plantarlo y cultivarlo, y sentarse por fin a disfrutarlo pintándolo, pues para Sorolla descansar y gozar eran lo mismo que pintar. Un Sorolla a la vez pintor y jardinero, como lo fueron otros pintores de su tiempo y finalmente, la de llamar la atención sobre los aspectos específicamente botánicos del jardín, que son los que le prestan todo aquello que Sorolla más estimaba: color, variedad, movimiento, vida.
Sorolla comienza a pintar los jardines del Real Alcázar de Sevilla y de la Alhambra de Granada en cada uno de sus viajes a Andalucía. Entre 1909 y 1911, coincidiendo con sus dos exitosas giras americanas, Sorolla comienza a cumplir uno de los grandes sueños de su vida: unir en un solo espacio su estudio y su casa, su pintura y su familia, todo ello amparado por un bello jardín. El actual Museo Sorolla de Madrid es la culminación de ese sueño, y su jardín constituye una de las obras maestras más importantes del artista.
Finalmente, a partir de 1911 y hasta que deja la pintura, en 1920, Sorolla dedicará una parte fundamental de sus esfuerzos creativos a la ideación y recreación de su jardín. Este periodo coincide precisamente con la mejor y más moderna pintura de jardines: es el momento en el que Monet desarrolla sus series en torno a los nenúfares; Renoir pinta en Les Collettes, en la Costa Azul,; Bonnard compra Ma roulotte, en Vernonnet, en 1912; Kandinsky y Gabriele Münter son ávidos jardineros en la casa que comparten en Murnau, y Matisse adora pintar el jardín desde 1911 cuando comenzara retratando Issyles-Moulineaux.