Manuel R.M., exmarido de María del Castillo Vargas -hija de la cantaora Juana Vargas- ha sido condenado a 28 años y medio de cárcel por los delitos de asesinato de su exmujer, malos tratos habituales, allanamiento de morada y quebrantamiento de una orden de alejamiento.
La sentencia, hecha pública hoy, recoge los hechos que el tribunal del jurado consideró probados y que le llevaron a emitir un veredicto de culpabilidad, según ha informado el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA).
Manuel R.M., en prisión preventiva desde el día de los hechos, el 9 de diciembre de 2015, ha sido condenado a 22 años y seis meses y un día de prisión por el delito de asesinato con la agravante de parentesco, tres años por un delito de maltrato habitual, un año por quebrantamiento de la orden de alejamiento que tenía impuesta desde 15 días antes del crimen -tras la denuncia de la víctima- y dos años por allanamiento de morada.
Además, el acusado deberá indemnizar con 150.000 euros a cada uno de los hijos menores de la pareja y con 60.000 euros a la madre de la víctima, ya que el padre falleció antes de la celebración del juicio.
La Fiscalía y las acusaciones ejercidas por la familia de la víctima y la Junta de Andalucía, personada como acusación popular, pedían un total de 31 años de cárcel.
Los hechos se remontan a la madrugada del 9 de diciembre de 2015, cuando Manuel R.M. entró en el domicilio de la víctima en Lebrija (Sevilla) por la ventana del dormitorio pese a tener una orden de alejamiento.
La pareja se había separado tres meses antes tras 15 años de matrimonio después de unas denuncias de la mujer por violencia machista, por las que Manuel fue condenado a nueve meses de prisión, aunque no entró en la cárcel al no tener antecedentes.
El jurado consideró probado por unanimidad que el acusado asestó "hasta 40 puñaladas" a la víctima causándole un "sufrimiento que no era necesario para causar su muerte".
También señaló en el veredicto que el acusado había ejercido "violencia física y psíquica" durante los años que convivieron.
El acusado, que al finalizar el juicio con jurado pidió perdón a la familia, especialmente a la madre de la víctima, y dijo estar "muy arrepentido", acudió tras cometer el crimen a la comisaría de la Policía Local de Lebrija y dijo a los agentes que había tenido una discusión con María del Castillo pero que ella estaba "bien, en casa de su madre", por lo que el tribunal no ha aplicado la eximente de confesión que pedía la defensa, ni tampoco la de haber actuado bajo los efectos de las drogas ni en un arrebato pasional.
Durante el juicio testificó la hermana de la víctima, Juana Vargas Amaya, que aseguró que su excuñado siempre trató a su hermana "como una mierda", así como un joven magrebí con el que María del Castillo estaba iniciando una relación y sus compañeros del bar que regentaba en El Cuervo, que aseguraron que el acusado la vigilaba y ella tenía "miedo" e incluso la había amenazado.
También declararon los forenses que realizaron la autopsia y los agentes que inspeccionaron el lugar del crimen, cuyos testimonios hicieron que la Fiscalía y las acusaciones modificaran su relato de los hechos al señalar que el crimen no se produjo en la casa, donde no había sangre, sino que la víctima se descolgó por el balcón huyendo de él y fue apuñalada en la calle.