El
Rectorado de la Universidad de Sevilla aprobó el pasado 29 de noviembre una resolución dictando las
normas que, a partir de ese momento, regían para que los
turistas pudieran visitar la sede noble e histórica de la
Fábrica de Tabacos sin interferir en el funcionamiento académico diario en el inmueble, donde están ubicadas las facultades de Filología y Geografía e Historia.
La primera norma a cumplir era la de contar con una
autorización previa del Vicerrectorado de Relaciones Institucionales en caso de visita de
grupo. Se fijaba un
itinerario concreto y restringido en línea recta desde la
puerta de la Fama, en San Fernando, pasando por el apeadero, el Patio del Reloj y el Patio de la Fuente, en horario de
13.00 a 18.00 de lunes a viernes y de 10.00 a 13.00, los sábados. Quedaban terminantemente
prohibidos los patinetes eléctricos, las bicicletas y los segway, así como el uso de aparatos de megafonía.
A punto de cumplirse los dos meses desde la entrada en vigor de esta resolución (con las vacaciones de Navidad por medio), la primera evaluación sobre su cumplimiento es “satisfactoria”. Y no sólo porque así lo califique el equipo de Gobierno de la Universidad, sino porque quien abanderó la petición de medidas para frenar la presencia descontrolada de turistas en la Fábrica de Tabacos así lo reconoce. Teresa Soto, de CCOO, asegura con satisfacción que “ya la gente no se queja de que los turistas entren en las clases, los despachos o los laboratorios”.
“Hay un antes y un después” tras la asunción de normas, afirma. Profesores y estudiantes comparten esta reflexión.
Las partes consultadas coinciden en que las visitas turísticas están más controladas y que la presencia de patinetes, segway y bicicletas es prácticamente “residual”, gracias, sobre todo, a la labor de
“persuasión y explicación” de los servicios de seguridad del Rectorado.
Las normas, sin embargo, se están implantando por fases. Lo primero fue colocar la
señalética en las cuatro puertas de entrada y en los accesos interiores a las zonas delimitadas como académicas, así como la indicación en San Fernando de la prohibición de vehículos eléctricos. Para esto último, se reforzó, además, la presencia de vigilantes en la puerta para que explicaran a los turistas las nuevas normas.
En paralelo, la Universidad está ultimando el
nuevo portal donde las visitas libres de grupos tendrán que solicitar la correspondiente autorización al Vicerrectorado, y la
elaboración de folletos y trípticos que se repartirán en los cuatro puntos de acceso del inmueble (San Fernando, El Cid, María de Padilla y Palos de la Frontera). Por el momento, pues, el Vicerrectorado no está emitiendo autorizaciones. Las visitas de los grupos son controladas por la seguridad del edificio de forma que
no haya más de 50 personas (tres grupos, aproximadamente) en los patios que son visitables.
“La seguridad se mantendrá el tiempo que haga falta”, confirma el director de Infraestructuras, Martín Cera. Esta pasada semana, ha arrancado una nueva fase en la que se ha empezado a “invita” a los turistas a
no pasar al patio de Arte y a las conocidas como viviendas de ingenieros, espacios ubicados en el ala que mira a San Fernando, así como se les informa a los más despistados de las zonas académicas por las que no deben circular.
“Hemos apostado desde el principio por una implantación progresiva para no causar un impacto. Tenemos claro que la Fábrica de Tabacos tiene que ser visitable respetando la convivencia”, apostilla Cera.
Elementos a mejorar
Hay elementos todavía de mejora. Los servicios de limpieza se quejan del uso de los aseos por los turistas y los estudiantes, de la
masificación del comedor. De 13.30 a 15.30, para comer en el Rectorado hay que enseñar el carné que acredita que se es personal de la Universidad. De hecho, es el único servicio de comedor de la US que tiene este requisito, fruto de las peculiaridades a las que está sujeto el edificio. Teresa Soto explica, no obstante, que el conflicto surge en la cafetería, a la que el acceso es libre y donde los estudiantes no encuentran sitio para comer cuando se llena la planta de arriba del comedor, que es la que está reservada para los menús.
“No estamos en el cien por cien de la meta, pero la realidad es que todos coincidimos en que la situación ha mejorado gracias a un trabajo de colaboración importante”, resume el director de Infraestructuras de la US.