El cerrojazo de Madrid es una
afrenta institucional muy grave que sienta un peligrosísimo precedente. La discriminación que sufre Madrid, que reduce el número de contagios y no ofrece peores cifras que otros territorios donde no se han adoptado medidas drásticas, tiene su origen en una
estrategia partidista reprobable cuyo objetivo, irrenunciable, es hacer caer a Isabel Díaz Ayuso. Los líderes de PSOE y Unidas Podemos están dispuestos a traspasar, como ya han hecho, todos los límites tolerables. Este mismo sábado se pudo comprobar que
las restricciones no son eficaces. “Hay más movilidad hoy en la capital que antes”, se lamentaba el alcalde. La presidenta autonómica resumió en un tuit la contradicción de un plan de contingencia sin pies ni cabeza: “Desde mañana (por el sábado) podrás llegar a Madrid desde Berlín pero no desde Parla. Gracias por el caos, Pedro Sánchez”. Cerrar Madrid dos semanas
costará hasta 5.600 millones a la economía española.
La información que reciben los ciudadanos, por otro lado,
es contradictoria. Habrá que ver la respuesta judicial al recurso de la comunidad de Madrid, que lo puede enredar todo todavía más. “Temo más el destino del país que la evolución de la pandemia”, reconoce una joven que lleva diez años en la capital y que no encuentra muchas diferencias con respecto a un confinamiento duro: “Nos están invitando a quedarnos en casa, como si nadie quisiera asumir la responsabilidad”. Los negocios cierran. La actividad comercial en los barrios se ha reducido en la práctica a la mínima expresión. La desconfianza es total. El daño económico será irreparable.
También lo serán los daños morales e institucionales.
El Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias
infunde desconfianza, dentro y fuera de nuestras fronteras.
España es una anomalía ahora mismo en el mundo. El colapso sanitario preocupa a la comunidad internacional. Pero el presidente y el vicepresidente no se dan por aludidos. Continúan con su partida de Risk,
intentando conquistar territorios al margen de las urnas, por medio del desgaste y la deslealtad institucional, sin importarles contagios, fallecidos, la crisis.
Para su asalto a Madrid precisan de la colaboración de Ciudadanos que, por el momento, se resiste a la moción de censura, pero
no ofrece, desde luego, garantías alguna de mantenerse en esa posición. Inés Arrimadas, desde luego, está entregada a la causa. La formación naranja ha perdido el rumbo y se ofrece a Pedro Sánchez como socio preferente para evitar el radicalismo de los independentistas. Pero, ¿de verdad Arrimadas cree que Pedro Sánchez va a renunciar a ERC, Bildu o PNV? No es una cuestión ya siquiera de estrategia, es que Pedro Sánchez ha recuperado la versión original del socialismo español,
ateo, republicano, iliberal. ¿Qué hacer?
Resistir y no renunciar a un frente constitucional. El Gobierno polariza el debate para dividir al adversario y que Vox crezca pero el centro deracha no sume. Los de Santiago Abascal deberían renunciar a sus ambiciones y su radicalismo y sumar. Arrimadas está perdida. Sus votantes ya la abandonaron. Urge. Por Madrid. Por España.