Torremolinos

Torremolinos, ?pescaíto? y sol de España

Torremolinos no es sólo turismo, fiesta, deportes, playa y sol. Es también arte, cultura, crisol de civilizaciones. En estas crónicas, Jesús Antonio San Martín, desarrolla lo más representativo del ayer y el hoy de Torremolinos.

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Un año más, expectante, / se muestra con gran acierto / Torremolinos abierto / al potencial visitante / y en dos notables ciudades / de la hispana geografía / promueve con alegría / sus turísticas bondades. / Donde la Castilla es ancha / y largos son los caminos, / conquista Torremolinos / el corazón de La Mancha. / Y donde la oveja es oro, / ciudad que el Pisuerga baña, / capital que fue de España, / allí pondrá su tesoro / de sol, de playa y verdor / y de frescos manantiales / que son ríos celestiales, / paraíso de esplendor. / La primera autoridad / dará el pregón de las glorias / y encenderá las euforias / y toda emotividad. / Y, con espontaneidad, / el "pescaíto" a raudales / será de los comensales / la gracia y sublimidad. / Torremolinos prendió / con firmeza y dinamismo / el sol de oro del turismo / y a España empuje le dio.
La palabra "pescaíto",
¡qué dicción tan singular!
No se puede pronunciar
vocablo más exquisito.
Su nombre es de los divinos
y es sabrosa distinción
cuya denominación
se acuñó en Torremolinos.
Mediado ya el siglo veinte,
fueron los carihueleños
los que, atentos y risueños,
obsequiaban a la gente
con los manjares del mar
ricamente elaborados
en sus "chambaos" y regados
con un buen vino a la par.
Tan insólita atención
ocurrente y placentera
no la hubo en la costa entera
ni en costa de la nación.
Fue así que La Carihuela
marinera y pescadora,
del "pescaíto" hoy señora,
creó de la mar escuela.
Sea frito, sea asado,
su "pescaíto" en cuestión
competencia o parangón
en otro lugar no ha hallado.
Deleite del visitante,
del autóctono también,
merecido parabién
recibe siempre abundante
el noble profesional
que, con gracia culinaria
y paciencia extraordinaria,
prepara delicia tal.
Servido a punto el manjar
con notoria exuberancia
y fresquísima fragancia,
agua se hace el paladar.
Y es patente deducir
que el comensal más sensato
no ha de dejar en el plato
ni las raspas, que es decir.
La Carihuela, dispuesta
tiene la mesa marina
y a su toque de fajina
oídos el mundo presta.
Siempre alerta y diligente,
en masa acude la grey
cual al banquete de un rey,
lista para hincar el diente.
Y es que, sin más dilación,
tan marinero yantar
a todos ha de encantar
a plena satisfacción.
Este manjar excelente,
del pueblo esencia y tipismo,
es deleite del turismo
y deseo vehemente.
Torremolinos invita
a todos a degustar
sus delicias de la mar.
¿Cómo faltar a su cita?
Su "pescaíto" sabroso
a todo hispano rincón
llega con la promoción
que el Pueblo anuncia gozoso:
Este año Ciudad Real
y Valladolid al son
reciben la distinción
de este Pueblo tan leal
que Torremolinos es,
oro y sol del sur de España,
de nobilísima entraña,
servicial y muy cortés.
Obsequia Torremolinos
con gran generosidad
una inmensa variedad
de sus "pescaítos" finos,
que comparte a mesa llena
con centenas de invitados
que agradecen encantados
cortesía tan amena.
Viandas tan ricas y gayas
son habilidad genial
del muy diestro personal
de la Agrupación de Playas.
Gloria de La Carihuela
se ha hecho el "pescaíto frito":
degustarlo es todo un rito
que el privilegiado anhela.
Es promoción relevante
ésta del Ayuntamiento
que a España lleva el aliento
y el vibrar apasionante
-pleno de ensueños divinos
que despiertan ilusiones
en todos los corazones-
del nuevo Torremolinos.

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