El primer plano que reproducimos ofrece una hipótesis de la localización del primitivo asentamiento y esquema planimétrico de la ciudad republicana, realizado por el profesor Alberto Oliver. El plano de la ciudad romana está trazado sobre el esquema de los dos brazos del río Guadalquivir y el cauce del arroyo Tagarete existentes en el siglo II antes de Cristo. El profesor Alberto Oliver indica dentro de la primitiva ciudad romana la localización de la muralla (1) que rodea el perímetro urbano, el Decumano Máximo (2), el Cardo Máximo (3), el Foro Republicano (4) y el Foro Portuario (5).
Según los profesores Vioque Cubero, Vera Rodríguez y López López, el trazado de las direcciones Norte-Sur se correspondería con la actual calle Abades. Y la dirección Este, con una zona intermedia entre las antiguas Puertas de Carmona y de la Carne. Estas serían las primitivas murallas de la ciudad que la leyenda recogió en la lápida que estuvo en la primera Puerta de Jerez, y que aún se conserva colocada al comienzo de la calle Maese Rodrigo, cuyo texto comienza así: “Hércules me edificó, Julio César me cercó de muros y torres altas…” [Alberto Oliver, Sevilla: el objeto de la imagen, en Iconografía de Sevilla (1650-1790), tomo II, Focus-Abengoa, Fundación Fondo de Cultura de Sevilla, 1989. Rafael Vioque Cubero, Isabel M. Vera Rodríguez y Nerea López López, Apuntes sobre el origen y evolución morfológica de las plazas del casco histórico de Sevilla, Ayuntamiento de Sevilla y Junta de Andalucía, 198].
Michel Pétuaud-Létang, publicó en 1992 el libro joya titulado Sevilla 2012, de la historia al futuro, donde recrea la ciudad desde 216 a. C. hasta el tiempo de la Exposición Universal de 1992. Ahora reproducimos una de las seis estampas, la que idealiza la ciudad de 1090 a 1248, donde se observa la muralla almohade y las lagunas de la Alameda y la plaza de Molviedro.
El Guadalquivir (Río Grande), base de Híspalis, mantiene las características de su origen remoto, y es río y ría, con los flujos de las mareas oceánicas, pleamar y bajamar en todo su cauce abierto desde Bonanza hasta la presa de Alcalá del Río. La restauración y conservación de las murallas almorávides y almohades, es muy reciente. Durante casi todo el siglo XX y gran parte de las centurias anteriores, las murallas estuvieron abandonadas hasta extremos increíbles de falta de respeto.
La realidad actual es el excelente resultado de los trabajos de restauración iniciados en diciembre de 1984 y finalizados en marzo de 1988, dirigidos por el arquitecto municipal José García-Tapial y León y el aparejador José María Cabeza Méndez.