Todos necesitamos a lo largo de nuestras vidas el cuidado y el mimo de los otros, y con ese afecto y cariño, nos hacemos sensibles, fuertes y generosos con los demás. A veces si este se convierte en sobreprotección nos anula, paraliza e inutiliza.
Debemos vivir la vida disfrutando de cada instante y para eso hemos de hacerlo sin precipitación y con tiempo. Deleitándonos en cada cosa que hacemos, disfrutando de la compañía de quienes queremos, agradando y haciendo felices a los demás con nuestras palabras y nuestros gestos.
No debemos perdernos en laberintos de los que después no podemos salir y solo nos provocan estrés y desordenes, que hacen que las cosas se nos vayan de las manos, y es mejor hacer caso de nuestra intuición ante una decisión importante y evitar cualquier ataque de cólera o ira.
Aunque no podemos actuar siempre por impulsos o corazonadas, es bueno que tampoco las desdeñemos por sistema. En el análisis de la realidad las cosas suelen ser más fáciles de lo que parecen y resulta inútil empeñarnos en complicarlas.
Es conveniente que no nos olvidemos que en la relación entre el mundo y nosotros, de quien primero tenemos que cuidar es de nosotros mismos sino difícilmente podremos hacerlo de los demás. En ocasiones somos los causantes de los problemas pero también de la solución.
Entre lo memorable y lo insignificante, hay palabras y conceptos que manejados y repetidos muchas veces, no solo intentan que nos lo creamos sino que pretenden borrar otros de los que no les interesan que hablemos a los poderosos, como la vida misma es el paraíso de las luces y el reino de las sombras.
Hay veces que hemos de cambiar el rumbo de nuestra vida y de las cosas, porque no nos enteramos por muchas veces que nos lo expliquen, y nos dejamos arrastrar por pensamientos derrotistas que no nos llevan a ningún sitio.
Debemos saber ganar con humildad y perder con dignidad, teniendo cuidado de no herir susceptibilidades, tragándonos nuestro orgullo y encontrando la manera de deshacernos de viejos hábitos que nos perjudican, siendo conscientes que no podemos vivir aislados.
En ocasiones, todo en nuestra vida es a cámara lenta y hemos de poner todos los sentidos en aquello que hacemos y en el duelo o la fiesta diaria de la vida , estar dispuestos a comernos el mundo., sin estar pendientes de lo que hacen los demás y superando nuestra dependencia al móvil y a las redes sociales.
Tenemos que optar por vivir nuestra vida, con cuidado y mimo, sin compararnos con nadie y no perder el tiempo en cosas que no nos satisfacen. No debemos colocarnos permanentemente al borde del abismo y soltar lastre del pasado para vivir intensamente el presente.
Debemos vacunarnos contra la envidia sino terminaremos siendo rehenes de los miserables, y reservarnos tiempo para reflexionar sobre lo que nos ocurre en cada momento y disfrutar del ritmo que nos pide el cuerpo sin necesidad de esforzarnos para pasarlo mal.
Entre los días de colores y las jornadas grises, siempre podemos encontrar buenos momentos para hacer amigos y nunca hemos desechar la ocasión para poner en marcha el proyecto sobre el que siempre hemos soñado.
Necesitamos abandonar nuestras preocupaciones cotidianas, escapar de nuestras rutinas y aprovechar cada minuto para divertirnos. Si no lo hacemos, no solo nos arrepentiremos sino que quienes nos quieren nos los reprocharan.