Cuántas veces no hemos pensado que debe existir por ahí alguien igual que nosotros sino que tiene la virtud de no cometer nuestros errores. Sabe hacer lo correcto todo el tiempo. No como una, que nada más desayunar ya ha metido la pata tres veces.
A veces he ido buscándola por la calle, porque puede ser que nos crucemos a menudo y no nos demos cuenta.
Este deseo de encontrar a nuestro yo perfecto que nos saque de los berenjenales e nos metemos es un deseo de que a una se la reconozca perfecta por los cuatro costados.
No como cuando fui a la boda de Enrique que creí que se casaba con su novia nueva, guapísima, ella y se casaba con Mariló su novia de toda la vida. Ya había dicho cuatro o cinco ganancias que iba a tener con el cambio cuando me di cuenta de que estaba detrás. Así que cuando me lanzó el ramo me lo tiró en toda la cara, que las espinas me arañaron la nariz y los ojos, creí que me quedaba ciega. Mi yo perfecta estaría enterada del cambio, yo voy siempre tarde.
Ahora que otra solución sería hacerse política y que fueran enterrando todas tus meteduras de pata. Ese vídeo que colgaste insultando queda enterrado en lo más profundo de la red.
Sí llevas una contabilidad B, esos discos duros se parten a martillazos y se les mete fuego, allí no encuentra nadie nada
No sé yo, si la politica es mejor, te da sensación de ser humana y a la vez intocable. De robar y después decir a los paparazzi de la puerta; justicia y libertad. Ahí está Rodrigo Rato, dejando hablar a su mejor yo, al chorizo lo tiene encerrado en casa. Qué bonita las frases que les dedicó a sus compañeros. Él que hubiera huido de un convicto como si tuviera la lepra. Pero está democracia ha hecho difícil sacar siempre al político impecable ha salido numerosas veces su clon. ¿Dónde estaba el de Rodrigo Rato cuando sacó a Bankia a bolsa? Serio y negando la ejecución de tal acción en sí casa
Yo por mi parte seguiré buscando a mí yo perfecto en cualquier esquina y nos fundiremos como si fuéramos una sola. Los políticos, me temo, continuarán disociándose.
